La verdad duele.

  El gobierno cubano no exagera en su preocupación por la corrupción en el país. Este viejo mal de la humanidad se respira en las calles de la isla, y no es complicado toparse con él en lugares tan comunes como una tienda o una simple oficina de tramite local.

 Por: Yasser Rojas Fuentes, Portland, EE.UU.
  Y es que, en su afán por mejorar su condición económica, los cubanos están cometiendo delitos de carácter serio, vinculados a la estafa, el soborno, el desfalco, la falsificación de documentos, el manejo ilegal de nóminas, el cobro no autorizado de servicios primarios, entre muchas otras manifestaciones.
Lo peor es no reconocer que todo eso pasa porque muchos aspectos del sistema son obsoletos y no funcionan. Y cuando un sistema no funciona, la gente, espontáneamente, inventa el suyo propio para sobrevivir.
  Muchos políticos locales viven divorciados del sentir popular, no saben tolerar, ni soportan críticas. En Cuba no se aceptan términos medios ni lenguajes diferentes; o estas con ellos o en su contra.
  El servicio publico tiene que moverse con la burocracia para hacer su trabajo, pero también debe enfrentarse, de manera directa o indirecta, con la ciudadanía, no solo porque se debe a ella, sino, además, porque es la beneficiada o perjudicada por las decisiones que él tome.
  El propio presidente Raúl Castro Ruz hizo referencia a esta realidad y, en un discurso en 2011 ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), alertó de que la corrupción era una actividad “contrarrevolucionaria” y que podía llevar al país a la “autodestrucción”.
Pero en Cuba la corrupción esta favorecida por el secretismo del mismo Estado, y la carencia de una prensa independiente, plural, capaz de denunciar la corrupción ejecutada por los grupos de poder y de movilizar a la sociedad civil contra ella.
  Una sociedad nunca podrá avanzar si no dispone de la información necesaria para hacerlo. Las sociedades de hoy piden a gritos transparencia en sus gobiernos, poder acceder a la información para saber, aprender y tomar sus propias decisiones. El derecho a la información es, en la actualidad, una necesidad social que no se puede seguir impidiendo. La libertad de información es parte del derecho de libertad de expresión de las personas.
  En ocasiones nos creen idiotas cuando insistimos en querer demostrar que tenemos razón en lo que decimos. Lo importante en ese caso es seguir el camino, porque es este el que importa.
Mahatma Gandhi dijo una vez: “Mucha gente, especialmente la ignorante, desea castigarte por decir la verdad, por ser correcto, por ser tú. Nunca te disculpes por ser correcto. Si estas en lo cierto y lo sabes, que hable tu razón. Incluso, si eres una minoría de uno solo, la verdad sigue siendo la verdad”.
La verdad duele, y quienes tratamos de decirla, sufrimos ataques de todo tipo. Muchas veces nos llaman malos cubanos por hablar desde otra orilla; esos son los que confunden Patria con Gobierno.
A estos últimos les dejo una frase de Martin Luther King Jr: “La injusticia en cualquier parte, es una amenaza a la justicia en todas partes”

MH

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