La desigualdad de la mujer no termina.

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La desigualdad de la mujer no termina con la conmemoración de un día, ni tampoco con “Una ley cubana contra la violencia doméstica”, lo digo porque ayer 7 de marzo  una mujer publicó una información en un diario online desde La Habana, Cuba. “¿Para cuándo una ley cubana contra la violencia doméstica?”, el escrito fundamentado con entrevistas y datos de varias fuentes citadas se refería, entre otras cuestiones, a la ausencia en el código penal de Cuba de artículos contra la violencia doméstica, quizás ella lo abordó por la conmemoración, este 8 de marzo, del Día Internacional; pero yo prefiero el término igualdad, y transmitir ideas de unidad y voluntad de hacer sin fomentar aspereza dentro de un grupo, las mujeres, que son un pilar de la sociedad cubana.

  Aunque su texto es extenso, para contrastar, creo necesitaba incluir la opinión de otras cubanas, en fin, me falta en el la versión de otras “Damas de Blanco”, como enfermeras, médicas y científicas que no sean constantemente perjudicadas por la sociedad cubana, gente que lleva ropa blanca y sin ser tan conocidas como las “Damas de Blanco”; aun así, respeto las ideas de la periodista y valoro su oportuna reseña. Lo que pienso es que las cubanas valen todas por igual y no es oportuno transmitir ideas que debiliten su unidad. Dicho esto, voy a mi tema: “El día a día de las emigrante cubanas en España”.

  Es dura, muy dura, la vida para la mayoría de las cubanas en España, y no sé si estarán mejor o peor que las que viven en Cuba, pero aquí tampoco lo tienen fácil, en los últimos cinco años de crisis económica las cubanas en España son quienes peor lo están pasando de nuestros nacionales, porque llevan sobre sí el peso de las tres losas más gruesas de esta sociedad: ser mujer, migrante y mal pagadas; mientras, para más de la mitad de las familias cubanas residentes en este reino, ellas son el único ingreso económico estable, responsabilidad que castiga por igual a todas, sean “Damas de Blanco”, abogadas, médicas, militares u otra cosa.

  Por si no lo saben en Cuba, en España, gran parte de las cubanas trabajan de empleadas de hogar, los recursos y dineros que envían a su familia lo obtienen de un trabajo en el que a pesar del desempleo -¿por algo?- es difícil ver ocupado a españoles.

 Las empleadas de hogar no tienen derecho a retribución por paro laboral, sus jornadas diaria y semanal son interminables, muchas veces con  el inconveniente de ser internas en la mansión laboral, el salario de las domésticas es uno de los más bajo de entre los oficios, se dan casos en los que la persona ingresa en un hospital, y con ella la cubana se convierte en su acompañante de cabecera, para no perder el empleo.

 Decía yo, “Lo que pienso es que las cubanas valen todas por igual y no es oportuno transmitir ideas que debiliten su unidad”, pues sí, porque todas corren la misma suerte sean familia de preso político, o vinieron con nacionalidad española de la “Ley de Memoria Histórica”; tampoco les sirve para mejorar el empleo su formación de ingeniería, pedagogía, economía, artísticas o en leyes.

 Ni mucho menos están mejor las profesionales con otro trabajo. Se sabe que los médicos cubanos gozan de prestigio; pues les comento que hace unos meses he visto por mi centro de salud una doctora cubana en plaza rotativa cubriendo la consulta de médicos de vacaciones, y aún no encuentro yo lógica al valor que le daban; esa doctora cubana, mulata, de mediana edad, especialista, con una formación envidiable, de trato amable y preocupada por el paciente, compartía consulta con una profesional local que ante los presentes casi la hacía ver como secretaria, la quería relegar a rellenar fichas de los pacientes y poco más, sin darle trato de igual a igual por ser profesionales de la misma condición, y para mi pesar e indignación, mi coterránea me dijo que en otras ocasiones ya le había sucedido, por eso invoco la unidad de las cubanas, para que no llegue a Cuba ese mal, el de la discriminación de la mujer por la mujer.

 Los sentimientos de los españoles en muchas cosas son para imitar, pero en las relaciones de parejas y con las mujeres, no entiendo su bipolaridad, en España la violencia de género es castigada social y legalmente, aun así, todos los meses mueren mujeres por la mano de un hombre, porque el autoritarismo del español sobre la mujer lo padecen una gran número de personas; imaginen con ese temperamento que trato se lleva la mujer extranjera, una situación que sufren  más las cubanas sin familia o amigos que actúen de contención ante los agresores de derechos laborales y de género.

 El primer mundo acoge a las emigrantes con los brazos abiertos a cambio de que se sometan y abandonen antiguos derechos de formación y profesión, conocimientos que utiliza esta sociedad y paga mal. Más de una vez he escuchado frases que hunden mi alma y mi honor ante las mujeres “Anda, sabes, la chica esta, la que cuida de mi padre, fue licenciada en Cuba” u otras “ella vino porque su marido estaba allá contra el Gobierno” y me apena que a fin de cuentas el primer mundo les depare el mismo infortunio laboral a todos, pero a ellas más, por la condición de mujer y extranjera. Quizás me equivoco al decir cosas tristes el 8 de marzo, un día de regocijo femenino, pero no me es suficiente la fiesta de un día si, por desgracia, la desigualdad de la mujer no termina con la conmemoración, ni tampoco con “una ley cubana contra la violencia doméstica”.