Cuba en la mitad del mundo.

cubanos en Ecuador
cubanos en Ecuador

En estos tiempos tan marcados por la migración, unas veces violenta y alentada por la guerra y otras tantas bajo el impulso de la actual coyuntura económica mundial, Cuba no resulta la excepción.
Muchos suelen considerar que en un alma peregrina no existe ciudadanía y quizás con este pretexto los pobladores de la isla caribeña plantan bandera en disimiles ciudades, de ahí que no sea raro encontrarlos en España, China, Rusia, Chile, Argentina y hasta en Alaska, según afirman algunos entendidos en la materia, quizás exagerando un poco.
Por tal razón, el viajero podrá encontrar una pequeña Cuba establecida justo en la mitad del mundo y no es un error geográfico teniendo en cuenta que desde la década de los años 80, Ecuador acoge a los cubanos, quienes actualmente suman unas 8 mil personas, según cifras de la Agencia Pública de Noticias del Ecuador y Sudamérica.
Las razones para establecerse a más de 9 mil kilómetros de sus raíces, van desde la no exigencia de visado para ingresar al país, las supuestas oportunidades de trabajo para los profesionales, el idioma y la creación de una ruta migratoria terrestre hacia los Estados Unidos, donde radica la mayor comunidad cubana en el extranjero.
Pero vivir en esta nación sudamericana donde confluyen en un mismo territorio climas, naturaleza y culturas diferentes resulta un desafío para quienes están acostumbrados al calor, la empatía popular y costumbres propias de la Mayor de las Antillas.
No obstante, los cubanos que deciden asentarse en localidades costeras como Guayaquil, encuentran mayores similitudes con su tierra natal, mientras aquellos que prueban suerte en ciudades serranas como Quito chocan con la fría acogida de una sociedad conservadora, marcada por estereotipos y fuertes tradiciones.
Abrirse paso en la capital ecuatoriana requiere de mucha perseverancia, pues la diferencia cultural, más que una brecha, impone una frontera entre los recelosos quiteños, y el desenfado natural de quienes llegan con solo una maleta cargada de sueños.
Toca entonces aprender a comer,  caminar, hablar, escribir porque dejaste tu casa para ser siempre un extraño, un ser de ninguna parte que sale cada día a echar su suerte, con la fe de quien necesita ayudar a su familia.
Entonces encuentras dentro de Ecuador, una Cuba diferente, sacudida por oleadas de comerciantes inmersos en el envío de ropa y otros artículos hacia la isla, gente que puso negocios propios para sobrevivir y de paso no olvidar la comida típica o la música cubana, médicos que intentan, contra viento y marea,  demostrar su formación, esa que pone el humanismo por encima de todo.
Pero el cubano necesita su mar, su gente, traer un pedacito del hogar hasta estas latitudes tan similares y al mismo tiempo tan diferentes, de ahí que se crearan grupos en redes sociales e incluso asociaciones para abogar además, por la regularización del estatus migratorio de muchas personas actualmente indocumentadas en el país.
Unas pocas líneas no bastan para resumir el sentir de miles de personas, siempre la nostalgia pesa más, las experiencias son múltiples y de cualquier modo la vida del emigrante es suerte y trabajo arduo.
Mientras, la Cuba ecuatoriana sigue creciendo, se modifica, ve partir a sus hijos en busca de un mejor futuro, acoge a los ingenuos recién llegados con el optimismo de quien le falta camino por recorrer, lucha por sobrevivir un paso a la vez.