«Soy escritor, cuando escribo, no importa el género sino la fuerza que me provoca», dice Denis Fortún
«Soy escritor, cuando escribo, no importa el género sino la fuerza que me provoca», dice Denis Fortún, escritor de origen cubano, residente en los Estados Unidos, en un dialogó con Acercando Naciones durante una visita a Argentina para participar del ciclo Literatura Migrante.
Por: Mario Suárez.
Denis Fortún, La Habana, Octubre 1963. Poeta y narrador, escribe artículos y crónicas con un toque humorístico sobre la cotidianeidad en Cuba y su exilio, que aparecen con regularidad en Diario Las Américas y en la Revista Hispano-Cubana así como en bitácoras de otros autores. Es invitado a programas de televisión y radio.
Ha publicado los poemarios ‘Zona desconocida’ y ‘Serio divertimento’; ‘El libro de los Cocozapatos’ (narrativa), y ‘Diles que no me devuelvan’ (crónicas). Tiene inéditos dos poemarios y asimismo dos novelas: ‘Cueros contemporáneos’ y ‘324 Mendoza’, esta última de pronta aparición, escrita en su totalidad en Miami, y para Miami, según sus palabras, ciudad donde reside desde el 2004.
Textos suyos han sido incluidos también en antologías de narrativa y poesía en Cuba, México y Estados Unidos. Edita actualmente el blog Fernandina de Jagua,
La Revolución cubana y la contrarrevolución, dentro y fuera de la Isla, los migrantes en los Estados Unidos y la capacidad del hombre para adaptarse a circunstancias a veces adversas, junto con el sexo, y el uso del humor con una ironía en ocasiones descarnada, caracterizan su obra, escrita casi en su totalidad fuera de su país natal..
¿Por qué dices que eres un escritor que comenzó a escribir tarde?
Cuando era niño, sobre todo entre ocho y once años, leía mucho. Mi madre me compró en una librería de La Habana Vieja “Los Conquistadores del Fuego”, de J. H. Rosny. Al terminarlo, no supe exactamente que me sucedía con aquella historia de mamuts, hombres de las cavernas, y la lucha por el fuego pero de alguna forma pienso que tuve la certeza de que la literatura y yo entablamos una suerte de pacto. A diferencia de otros escritores, en mi adolescencia jamás me dio por escribir un poema o un cuento, eran otras mis prioridades, más terrenales. Definitivamente llegué tarde, Esa adicción demoró en mostrarse, y comienzo a padecerla ya de manera crónica a los treinta y seis años y por causas que de ningún modo hubiese imaginado, entre ellas un par de amigos que influenciaron para que finalmente me decidiera: Armando de Armas y Jesús Candelario, ambos escritores; y también la que fuera mi esposa en Cuba, Helen Ochoa, que en todo momento me hizo ver, valía la pena que intentara “aquello” que intuía desde mi infancia. Y ya ves…
¿Te gustaría vivir sólo dedicado a la literatura?
Más que vivir dedicado a la literatura, prefiero dedicarme a la vida, esa es la que nutre al que escribe.
¿Poeta o narrador?
Fíjate que comencé escribiendo relatos cortos, mi encuentro con el verso es por otro amigo, un importante poeta además, Alberto Sicilia. Después de conocerlo, es que me “enredo” con la poesía. Pero respondiendo a tu pregunta, ni lo uno ni lo otro: soy alguien que escribe por un estado de ánimo, por una coyuntura en mi entorno, que me invite. De hecho, “los dos oficios” los considero algo muy serio, y concluyo parafraseando siempre a Bukowski: soy escritor cuando escribo, no importa el género, sino la fuerza que me lo provoca. Luego, al concluir el libro, que dicho sea de paso, descubro que está listo cuando ya no lo soporto después de varias revisiones, sea sólo o con los editores que se atreven, soy el hombre dispuesto a vivir, y asimismo con sobradas ganas, inmerso en innumerables cosas simples, –y una que otra complicada debido a mi naturaleza– ; esa savia que nos regala a diario la existencia, con el compromiso de tolerar las reglas que nos impone, algunas veces ignorarlas, o al menos conseguir un equilibrio.
Te metes con temas dolorosos que tienen que ver con tu vida. Naciste en Cuba, emigraste, estás lejos de los tuyos. ¿Cuánto de ti hay en tus personajes?
Mucho, como lo mismo puede haber de tu vida, de la vida de mis amigos, o de un desconocido que he visto un par de veces y no sabe que lo he estado “escribiendo”. Voy por todo lo que me rodea. Recién terminé mi segunda novela, que muy pronto va a publicarse en Miami, y tiene demasiado de mí. Pero hay de otros, incluso de la ciudad en la que vivo actualmente, para quien escribo también. Soy de los que pienso, y en esto coincido con otros escritores, que las vivencias personales, con el toque de ficción correspondiente, son el más preciado “material” no sólo para inventar una historia, sino hasta para conseguir el poema. Y eso es lo divino, lo seductor de la literatura. Claro, los personajes también se “rebelan”, no te “obedecen” del todo, y esto parecerá descabellado a quien no lo entienda.
Acostumbras en Estados Unidos a presentar libros de escritores cubanos ¿Hay una literatura cubana propiamente migrante, o, solo son temas aislados?
A mi juicio, el que no necesariamente ha de reconocerse como válido, sí hay una literatura propiamente del exilio, cubana sin dudas, y con algo, además, que la distingue. En todo este tiempo viviendo en Miami, va para catorce años, he tenido el privilegio de presentar la obra de casi una decena de escritores cubanos, y la literatura que hacen comparte un denominador común, que la evangeliza como literatura propiamente migrante. No tanto por los temas, que igual considero no son aislados, sino por la independencia al momento de crear, de decir lo que razonan como algo legítimo, y desde la perspectiva que implica el acto de no temer a represalias; contar sin la sospecha de que van a contrariar al censor mayor.
El adeudo se establece con la obra, no con un partido, un dogma. En el exilio, escribir es un trance que carga como un pesado fardo, porque estás solo en tu empeño, como en casi todo, pero con la ventaja de involucrar los compromisos que haz de pugnar solamente contigo, no con nadie más.
¿De los escritores cubanos, quienes te gustan?
La lista es considerable, el espectro temporal es amplio, y no se reduce a los antiguos que han marcado pautas y son de obligada referencia; entre los contemporáneos, los hay quienes me interesan muchísimo, y tengo además la suerte de tener amigos escritores que forman parte de esos favoritos. Intentaré entonces responderte con una oración corta: aquellos, y aquellas, que cuentan historias o hacen versos que me conmueven. Reitero, decir nombres me llevaría a cometer el imperdonable error del olvido. Sin embargo, si me obligaras a citarte uno al menos: Virgilio Piñeira, sus cuentos sobre todo.
De la literatura en general.
Igual a la pregunta anterior, con una lista mucho más extensa, teniendo en cuenta que leí primero a “los extranjeros” que a los criollos. Sin embargo, hay uno en particular que al descubrirlo me marcó y los disfruto sobre manera, y no es el único, aclaro, pero este es alguien que como escritor y hombre respeto: Mijaíl Bulgakov.
Cuál es el papel que debe tener un escritor en la historia: ¿Denunciar? ¿Narrar?
El escritor tiene una responsabilidad: aun cuando narre una ficción, debe respetar la realidad donde se recrea esa ficción, y debe denunciar lo perverso. No puede huir del compromiso de moverse en ambas zonas, y menos convertirse en un apologeta por conveniencia.
¿Volverías a vivir en Cuba?
Interesante tu pregunta, justamente es una de las que reitero en las entrevistas que le hecho a más de una treintena de artistas y escritores radicados en Miami, publicadas en su mayoría en Fernandina de Jagua y Neo Club Press. En mi caso, mientras existan las razones por las que hube de irme un día, hace ya más de una década, definitivamente no; y tal vez cuando ya no existan –porque no dejo de soñar–, no sé si estoy dispuesto a otro desarraigo. En cuanto al destino de la Isla, no me atrevo a conjeturar nada. Si puedo asegurarte que Cuba necesita con urgencia de cambios radicales, y enfrentar a la democracia con todas sus imperfecciones como un estilo de vida cotidiano, respetar sus reglas, la pluralidad, y dejar a un lado ese colectivismo monolítico que tanto daño ha hecho. Debe, sin dudas, fundarse un país con respeto a la ley, al individuo, con un gobierno sin una “mano tan larga”, y con apego a las garantías que merecemos como ciudadanos; no ser castigados por el único hecho de pensar diferente, disentir. Y en cuanto a daños, el mayor que padece hoy la sociedad cubana es antropológico, y ese es muy complicado para superarlo, y tomaría generaciones. No, no me atrevo entonces a aventurarme en un pronóstico, entre otras razones, por nuestra naturaleza: somos impredecibles y vamos contra toda lógica en repetidas ocasiones. Sólo deseo que pase lo mejor para mi país, que tampoco soy un sujeto indolente, al que le importa muy poco lo que acontece en el sitio donde nací.
RD/MH,07-10-2017,Madrid.