Isidrón

http://Grettel Reinoso/ Madrid.

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Aldo Isidron del Valle

Grettel Reinoso/ Madrid.

“Muy bueno, muy bueno” decía yo engoladamente mientras me palmeaba el pelo sobre las orejas con la mano derecha. Tenía unos cuatro o cinco años y estaba parada en un banco rodeada de cierto público espontáneo que se juntó para disfrutar mis dotes de imitatoria. Todos rieron a carcajadas. Habían entendido de quién se trataba. Y en el momento en que me disponía a repetir el número, veo que el “imitado” se acerca y pregunta que a qué se debe el tumulto. Con la mano ya lista para realizar el gesto, no me quedó más remedio que improvisar: “Ay -exclamé toda trágica y poco creíble-, es que no me estoy sintiendo bien”. Me bajé del banco y me fui corriendo. Mi público, supongo, disfrutó de igual manera el final.

Durante años me pregunté si Aldo Isidrón sabía que le imitaba cuando niña, si me había descubierto aquel día. Ya entonces era una gran autoridad en el Departamento Informativo de la emisora de radio CMHW, donde trabajan mis padres, y su figura me inspiraba respeto, no solo por ser mayor sino por ser también un consagrado profesional.

Así lo recuerdo, con respeto. Aldo estaba siempre en todas partes, en todas las actividades, en el departamento a todas horas, en todas las conversaciones. Siempre tenía un criterio y sin uno pedírselo, se sacaba cualquier historia de abajo de la manga. Llegué a pensar que se las inventaba. Sacaba la noticia de la nada, lo que no vivía se lo contaban y él lo repetía con sus mañas periodísticas y lo convertía en crónica.

Por Aldo conocí varias historias sobre dos personajes que marcaron su vida: su tío Chanito y el Che Guevara, de quien escribió reportajes y libros. Yo sabía que era cierta su relación con el guerrillero, pues mi padre siempre contaba cómo una vez, en los primeros años de la Revolución, llegó el propio Comandante Guevara a la emisora, preguntando por Isidrón. Mi padre le respondió que no estaba y él dejó el recado de que pasara por su casa, pues necesitaba verle.

Para hablar del Che en un documental, me llamó Aldo cuando yo solo tenía 13 o 14 años. Había escrito una especie de poema-reseña sobre la estatua del llamado “Che de los niños”, en la carretera de Camajuaní, y a Aldo le gustó tanto que convenció a los entrevistadores de que me incluyesen en el documental.

En el funeral de mi abuelo, estábamos todos un poco mudos y, a petición de mi madre, fue Aldo quien despidió el duelo. Él tenía palabras para todo.

Aldo y María Teresa
Aldo y mi madre, en el Festival Provincial de la Radio en Villa Clara, (Aldo y María Teresa)

Cuando crecí y me hice periodista y me fui de mi casa y hasta de mi país, siempre tuve en Aldo un oído atento a mi regreso. Me llamaba a casa para conversar, me preguntaba por todo, desde las diferentes corrientes del Islam hasta el tema kurdo y la situación de los periodistas en Turquía o en zonas de conflicto. Varias veces me aseguró que seguía mis pasos, leía o veía mis reportajes, mis vivencias, y para mí eso fue siempre un buen síntoma, un halago.

El tiempo pasaba y Aldo estaba como detenido en la historia. En mis treinta años siempre lo vi igual, con su caminar erguido y sus ademanes presumidos, siempre al tanto de todo, buscando y dando tema, sacando chispa, creando noticias.

Me llegó como un rayo la noticia de su muerte. Era un anciano pero no lo parecía. Era de esa clase de personas que una cree que no se van a morir nunca.

Fidel Castro y Aldo Isidron
Fidel Castro y Aldo Isidrón

Aldo Isidrón del Valle (1928-2016). Fundador de los periódicos “Revolución” y “Granma”. Premio Nacional de Radio y Premio de Periodismo “José Martí”.

grv/mh/4.ene.2012.

MH

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